El jueves a la mañana, Sebastián Pareja llegó en su propio auto al barrio 17 de noviembre de Villa Celina, en La Matanza. El GPS no marcaba el lugar exacto al que lo habían citado. Todavía existen calles que la tecnología no detecta. Pareja estacionó en una zona con bolsones de basura pisoteados por los perros y vehículos quemados por delincuentes sobre calles con restos de escombro que se arrojan para impedir que, cuando llueve, se acumule barro. En uno de esos coches abandonados un nene jugaba a manejar y otro saltaba sobre el capot. Era el lugar que al armador libertario le habían descripto como ideal para la primera foto de campaña: el cuadro se completaba, a sus espaldas, con casas construidas una sobre otra, muchas sin terminar, y a las que se accede por escaleras precarias. Pareja esperó sentado en el asiento del conductor. A los pocos minutos llegaron sus nuevos socios políticos, con el presidente del PRO bonaerense, Cristian Ritondo, al volante, y los candidatos a legisladores Guillermo Montenegro y Natalia Blanco de acompañantes. Entonces Pareja se bajó del auto, llamó a los tres y abrió el baúl: “¿Y? ¿Qué talle quieren?”, preguntó.
Montenegro y Ritondo se miraron: del baúl asomaba una pila enorme de buzos violetas. Ya era tarde para decir que no. “Dame un XL para el gordo y un small para Nati”, dijo Ritondo. Los cuatro se rieron, pero aún quedaba una sorpresa. Cuando se calzaron los buzos vieron que, a la altura del corazón, se leían tres palabras: La Libertad Avanza. “Vayamos caminando, ahora vienen el Javo y El Jefe y hacemos la foto”, los alentó un colaborador.
Javier y Karina Milei llegaron juntos. Los candidatos de las ocho secciones electorales ya estaban vestidos de violeta. Se encontraron en la esquina de Antofagasta y calle N°2. El Presidente saludó con un beso a varios de ellos y a otros les estiró la mano. “A algunos ni los conoce”, describió uno de sus asesores, como si fuera un mérito. Con Ritondo tuvo un trato especial. Se dieron un largo abrazo y, sin despegarse el uno del otro, empezaron a dar saltitos y a decirse cosas al oído. “Yo me vine de negro”, le dijo Milei, casi como pidiendo disculpas. Fue el único que no quiso ponerse el buzo.
A los pocos segundos, ya estaban también Patricia Bullrich y José Luis Espert. En total eran catorce personas. Se colocaron una al lado de la otra, con el jefe de Estado en el medio, que estaba parado en puntas de pie. Milei miraba a su alrededor y susurraba: “Esto es Kosovo”. Uno de sus compañeros asentía: “La verdad, mirás para todos lados y no lo podés creer: es Kosovo”.
La foto se sacó en un minuto. Fue lo que tardaron en acomodar una larga bandera que decía “Kirchnerismo Nunca más”, escrita con la misma tipografía del informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), un símbolo de la lucha contra la violación de los derechos humanos de la dictadura. Una imagen fuerte. La primera propuesta que habían evaluado en Casa Rosada contenía la frase “Ni un K más”, pero al final se impuso la versión más provocadora.
La foto obtuvo el efecto deseado. Dividió, de nuevo, a la sociedad más politizada y desató pasiones en las redes: a favor y en contra, con reacciones sarcásticas y hasta de odio en algunos sectores y de regocijo en otros. La toma se viralizó y ocupó un lugar destacado en portales y noticieros. “Estos tipos son unos genios”, dijo uno de los candidatos macristas, si es que todavía se lo puede seguir llamando así.
La imagen se convirtió en el broche de la negociación entre la LLA y el PRO para ir juntos en la provincia de Buenos Aires, donde enfrentarán a los candidatos de Cristina Kirchner, Axel Kicillof y Sergio Massa. El panorama electoral, al menos rumbo a las legislativas locales del 7 de septiembre, no resulta sencillo para el oficialismo. Hace unos meses veían un claro triunfo, ahora se generaron dudas. La tercera sección es abrumadoramente peronista y podría alcanzar para compensar otras secciones.
El sistema de poder argentino espera el resultado con inquietud. Un traspié libertario podría agitar fantasmas y agudizar la volatilidad en los mercados, que ya anduvieron a los saltos en las últimas semanas por la suba del dólar. El lema de campaña oficial (kirchnerismo o libertad) resultaría un hallazgo si surte efecto, pero podría volverse una trampa: ¿qué pasaría si gana el kirchnerismo? ¿querría decir que sigue en carrera para 2027? Son los riesgos de apostar a una polarización extrema. La economía todavía no muestra, ni por asomo, el sendero de crecimiento que imagina Milei.
Una cosa es la baja de la inflación, que en el Conurbano -y en todos lados- se celebra, y, otra, la angustia por no llegar a fin de mes o el miedo a perder el empleo. Esas sensaciones conviven en el electorado, que, además, en su mayor parte se muestra apático al proceso. Es cierto que hubo matanceros que se acercaron a Villa Celina a saludar a Milei y hasta le pidieron fotos, pero otros integrantes de la comitiva la pasaron mal: “Vienen solo para la foto”, les recriminaron.
La pelea con el peronismo promete una competencia caliente. Kicillof se juega mucho porque fue el autor intelectual del desdoblamiento, en contra de los deseos de Cristina. Cerca del gobernador se muestran optimistas. Creen que la performance de septiembre será mejor que la del 26 de octubre, cuando se elijan diputados nacionales. En la Casa Rosada piensan lo mismo. En San José 1111 temen que esa coincidencia termine siendo una realidad.
Los apellidos para septiembre están en la cancha. Para octubre, en cambio, falta. El kirchnerismo debe resolver quién lidera su boleta. Sergio Massa aplica un truco gastado: dice que no sabe si quiere ser candidato, pero es lo mismo que decía en la previa de 2013, 2017, 2019 y 2023. En 2023 llegó a decir, incluso, que su cargo de ministro de Economía era incompatible con el de un aspirante a la presidencia. Máximo Kirchner le quiso copiar la estrategia en las últimas semanas, aunque ahora dice que -si se lo pide Cristina- podría postularse, pese a que tiene mandato hasta 2027. No es Cristina quien lo apura, en verdad, sino el Código Penal. El diputado necesita fueros porque está procesado e irá a juicio oral en el caso Hotesur-Los Sauces, acusado de operaciones de lavado de dinero. A diferencia de su madre, es demasiado joven (48 años) y una condena podría enviarlo a prisión común. Cuanto más años de fueros, más tranquilidad para él.
A las disputas en el PJ se sumó Juan Grabois. Dijo que será candidato “sí o sí” para el caso de que quieran apartarlo de los lugares de protagonismo, pero su palabra también está devaluada: en 2023 juraba que no votaría nunca por Massa y, tan solo meses más tarde, terminó haciendo campaña por él. El desconcierto en el peronismo ayuda al mileísmo.
El día anterior a la foto en La Matanza, Karina Milei había recibido en secreto a Mauricio Macri en la Residencia de Olivos para sellar la alianza en la Ciudad. Sucedió después de un período de vacilaciones y de casi un año en el que el ex presidente intentó, sin éxito, reunirse con la secretaria general de la Presidencia. Tal era la distancia y la desconfianza que tuvieron que poner intermediarios antes de juntarse. Lo hicieron posible Pilar Ramírez y Fernando De Andreis, pero no fue fácil. De hecho, la cita estaba acordada para el miércoles a las 9 de la mañana en el Hotel Libertador. Macri pegó el faltazo cuando se enteró de que lo esperaban con un fotógrafo. Ese día Macri y Karina hablaron por teléfono y a la noche se vieron en Olivos durante dos horas. La reunión fue buena. Macri le pidió que los candidatos del PRO tengan algún lugar más preponderante en las listas porteñas. Se verá pronto si lo consigue. No hubo fotos, pero sí un comunicado y un tuit amistoso de ambos.
El pacto electoral deja un rosario de heridos en el PRO. Al jefe de Gobierno, Jorge Macri, en particular, a quien su propio primo marginó no solo del acuerdo, sino también de las conversaciones, a sabiendas de que es mala palabra para Milei, pese a que -se supone- se trata del jefe del distrito. El alcalde prefería un armado con la UCR, la Coalición Cívica, Ricardo López Murphy y Graciela Ocaña, lo mismo que María Eugenia Vidal.
Los primos Macri hoy no se hablan más que a través de Daniel Angelici. El titular del PRO habla pestes de la gestión y dice que su primo no lo escuchó cuando le pidió que hiciera cambios antes, pero sobre todo después de la derrota electoral de mayo. Jorge Macri sufre el embate. Los macristas más puros lo descalifican diciendo que le quedó grande la Ciudad y que está en riesgo la permanencia del PRO en 2027. Los libertarios ya muestran los dientes: la candidata a senadora en octubre será Patricia Bullrich, que se ve así misma como la sucesora natural a la jefatura de la Ciudad. Desde luego, para aquello falta una eternidad. Y la Argentina tiene para afrontar, como desde hace tantísimo tiempo, una tormenta tras otra.