El siempre polémico Matías Cóccaro fue protagonista inesperado en el duelo entre Atlas e Inter Miami por la Leagues Cup 2025. No solo por su desempeño en el campo, sino por el llamativo cruce con Lionel Messi, quien le gritó un gol en la cara luego de una situación particular.
Sin embargo, lo que pudo haber sido una polémica mayor terminó en un gesto noble del capitán argentino, que le pidió disculpas al delantero uruguayo y hasta le regaló su camiseta. El partido había tomado temperatura en los últimos minutos.
Atlas empató 1-1 con un gol de José Rivaldo Lozano Silva y Cóccaro festejó de forma efusiva, mirando hacia la tribuna en vez de abrazarse con sus compañeros. Esa celebración fue interpretada como una provocación por parte de Messi, quien respondió con un gol sobre el final: tras una jugada que validó el VAR, Marcelo Weigandt convirtió el 2-1 y, en medio del festejo, el rosarino se dirigió a Cóccaro y le gritó el tanto directamente en la cara.
Messi coccaro
El enojo de Messi con Cóccaro terminó en disculpas e intercambio de casacas
El uruguayo no respondió con enojo. Sonrió, se alejó, y tras el pitazo final, tuvo un intercambio amable con el astro argentino. “Después vino y me pidió disculpas”, contó en conferencia de prensa. “Eso habla de lo que es Messi. Tiene 38 años, ganó todo y sigue con el hambre de competir como si recién empezara”, elogió el atacante.
Como muestra de buena voluntad, el 10 le entregó su camiseta, que el uruguayo exhibió frente a los periodistas. Además, valoró la actitud y reconoció que discutirle sería inútil.
“¿Qué le vas a decir a Messi? Es el mejor de la historia. Con él no podés discutir”, declaró. También destacó la vigencia del capitán argentino, que asistió en los dos goles y regresó con gran nivel tras haber sido suspendido por ausentarse del Juego de las Estrellas.
El partido tuvo otros momentos calientes, como un cruce entre Messi y el juvenil mexicano Sergio Hernández. Pero lo cierto es que la imagen del final, con el “Zorro” uruguayo sonriendo con la camiseta del número 10 en la mano, dejó en claro que más allá de la tensión del juego, el respeto y la admiración siguen marcando la diferencia.
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