Cumplir cuatro décadas en la escena gastronómica porteña no es un dato menor. Pero hacerlo fiel a una cocina milenaria, en un espacio que funciona como embajada cultural, es una hazaña. Así se presenta el restaurante Armenia, ubicado en el corazón de Palermo y en el primer piso de la Asociación Cultural Armenia: un faro encendido desde 1984 que se ha vuelto referencia no solo para la colectividad armenia, sino también para miles de comensales que encontraron en sus mesas mucho más que exotismo: historia, memoria y sabor.
Cuando abrió, Palermo estaba lejos de ser el barrio más gastronómico de Buenos Aires. No había moda foodie ni calles llenas de propuestas internacionales. Armenia fue pionero. Y sigue siéndolo. Hoy, cuando las cocinas del mundo conviven en formato take away o se mezclan sin pudor en fusiones efímeras, este restaurante se mantiene como bastión de lo auténtico. Nada de shawarma en la vereda, aclaran sus responsables. Acá se viene a sentarse, a comer como en casa, a rendirle homenaje a un recetario que sobrevivió a guerras, exilios y genocidios.
Detrás del restaurante están Eduardo Costanian y Pablo Kendikian, descendientes de armenios que llegaron a Argentina escapando del horror. Para ellos, la cocina es un vehículo de memoria y una forma de contar historias sin necesidad de palabras. Cada plato es una cápsula de tiempo: el herisé, un guiso de trigo y carne que lleva seis horas de cocción, evoca las comidas lentas de invierno preparadas por abuelas pacientes. El mutabel —un puré de berenjenas ahumadas que se pisa con tenedor para mantener su fibra— es un recordatorio de los fuegos de leña, del carbón del día, del humo como ingrediente.
El menú navega entre texturas, colores y temperaturas. Están los clásicos fríos, como el tabule —una ensalada de trigo, perejil, tomate y menta que exige precisión quirúrgica en el corte— o la muhammara, una pasta de morrón y nuez con un dejo picante que despierta el paladar sin avasallarlo. Pero también hay sabores intensos, de fuego directo y carne macerada: los brochettes de pollo o cordero son un festín especiado. El secreto está en el marinado: ajo, pimentón, curry y aceite en el caso del pollo; baharat, esa mezcla de siete especias —pimienta negra, coriandro, clavo de olor, comino, nuez moscada, cardamomo y canela— para el cordero.
El mante merece mención aparte. Es una joya del repertorio armenio: pequeñas pastas rellenas de carne que se hornean hasta quedar crocantes y luego se bañan en yogur, ajo y un toque de caldo caliente. Un plato de contrastes —crujiente y cremoso, ácido y cálido— que resume el espíritu de esta cocina: compleja sin ser barroca, austera sin ser monótona.
Y como toda buena experiencia culinaria, el viaje termina en lo dulce. El baklava, con su masa fila, almíbar y nueces, es el broche esperado. Pero también hay otras joyas: mamul (galletitas de sémola rellenas de dátiles o nueces), lokum o arroz con leche al estilo armenio, perfumado con agua de azahar y canela.
La propuesta del restaurante Armenia no ha cedido a las modas ni a la tentación de aggiornarse para el algoritmo. En tiempos de delivery exprés y carta QR, se planta con firmeza: cocinar como antes, servir como siempre. “Replicamos la comida de las casas armenias”, dicen sus dueños. Y ese es su mayor valor.
Hoy, la cocina armenia vive un nuevo auge en Buenos Aires. A restaurantes fundacionales como Armenia y Sarkis se suman proyectos más jóvenes como Naní o Vika, que reinterpretan los clásicos en clave moderna o urbana. Pero todos beben de la misma fuente: la cocina de madres y abuelas que, sin acceso a grandes especias ni productos exóticos, hicieron del ingenio una virtud y del fuego lento una filosofía.
Los 40 años del restaurante Armenia son, en definitiva, una celebración de esa persistencia. Un testimonio vivo de cómo un pueblo puede resistir al olvido a través de sus sabores. Porque en cada plato servido, hay una historia que no se rinde. Y en cada bocado, un pedazo de Armenia que se vuelve parte de Buenos Aires.
Dónde: Armenia 1366, Palermo.
Cuándo: De martes a sábado por la noche y domingos al mediodía.
Instagram: @restaurant.armenia
por R.N.