La política cordobesa sumó un nuevo episodio de controversia digital. El pasado 24 de junio, el diputado nacional Rodrigo de Loredo publicó un video donde, mediante inteligencia artificial, recreó la voz del gobernador Martín Llaryora en tono paródico. El contenido se viralizó rápidamente y, en apenas 24 horas, se convirtió en uno de los temas más comentados en las redes sociales de la provincia. Sin embargo, lejos de generar adhesión, el impacto fue mayormente negativo.
Un informe elaborado por la consultora Sicchar, especializada en ciencia de datos y monitoreo digital, analizó 227.000 publicaciones realizadas por usuarios cordobeses entre el 24 y 25 de junio. Las menciones provienen de Facebook, Instagram, TikTok, X (Twitter), YouTube, medios digitales, blogs y foros, y fueron procesadas mediante herramientas de inteligencia artificial para identificar tono, emotividad y tendencias.
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El resultado fue contundente: el humor social generado por el video fue predominantemente negativo. De las diez palabras más mencionadas en relación con De Loredo, cuatro estuvieron directamente asociadas a un sentimiento de rechazo: delito, vergüenza, mal e inmoral. El informe destaca que hubo una fuerte interpelación al diputado, con frases que apuntaban a descalificar la acción bajo fórmulas como: “De Loredo, vos sos…”, completadas por usuarios con términos peyorativos o indignados.
El uso de inteligencia artificial en campañas políticas es una tendencia en crecimiento, pero en este caso, el experimento pareció fallar en términos de recepción ciudadana. A pesar de que el video apuntaba a un tono irónico y de crítica política, gran parte de los usuarios cordobeses lo interpretaron como una estrategia deshonesta o poco ética.
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Este tipo de acciones digitales, que rozan los límites del humor político y la desinformación, abren un debate necesario sobre los usos políticos de la tecnología, destaca el informe de la consultora. De hecho, Sicchar señala que la publicación generó “el pico más alto de menciones sobre De Loredo en los últimos dos meses”, pero aclara que “la mayoría de esas interacciones no fueron favorables”.
El caso también reactiva una discusión que trasciende lo coyuntural: ¿dónde está el límite entre sátira política y manipulación de la imagen pública mediante inteligencia artificial? ¿Hasta qué punto el uso de tecnologías emergentes puede volverse en contra de quien las utiliza si no hay un consenso social o ético sobre su legitimidad?, surge del estudio de la consultora.