El increíble lodge de la Patagonia chilena recuperado por una empresa argentina

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Uman es un lugar fascinante. Xavier Martín

Apenas se cruza la entrada, un ventanal inmenso ocupa todo el contrafrente de Uman Lodge y obliga a detenerse. No por cortesía, sino por asombro. Al otro lado del vidrio, la cordillera dibuja una línea firme sobre el horizonte, mientras el valle se abre en verdes profundos y el río Futaleufú traza su curso con autoridad. En el centro de esa escena, encaramado sobre la altura, el lodge parece haber estado ahí desde siempre.

Ubicado en el Fundo La Confluencia, una extensión de casi 500 hectáreas que alguna vez perteneció al empresario conservacionista Douglas Tompkins, este proyecto combina la rudeza del entorno con una arquitectura sobria, cálida, construida con materiales nobles. Desde cualquier punto —habitaciones, comedor, terraza— la vista es la protagonista. Pero el verdadero lujo del lugar es otro: la geografía. La Patagonia chilena en estado puro.

Desde la terraza de una de sus 16 suites se observa la confluencia de los ríos Espolón y Futaleufú. Uno llega tranquilo; el otro, impetuoso. Se entrelazan brevemente y siguen. En ese punto exacto, con un café caliente -o por qué no un gin tonic- en mano, el tiempo parece tomar otra forma. No hay apuro. Tampoco estridencias. Solo el ritmo del agua, el viento entre los árboles y una distancia justa del mundo.

El bello living del Lodge.Xavier Martín

La historia de Uman comenzó en 2007, cuando el empresario francés Olivier Halley y su esposa Sybille visitaron Futaleufú y quedaron cautivados por la zona. Halley —hijo del cofundador de Promodès, empresa que luego se fusionó con Carrefour— había recorrido buena parte de la Patagonia argentina y fue durante uno de esos viajes que escuchó hablar del fundo. En ese entonces, las tierras pertenecían a Tompkins, que las había adquirido junto a la familia Weeden para restaurar un ecosistema degradado por el sobrepastoreo.

El plan original era construir una casa familiar. Pero la escala del lugar llevó a imaginar algo más amplio. La decisión de edificar en altura fue de Sybille, que durante una caminata descubrió el punto exacto desde donde todo se ve distinto. La obra —dirigida por los arquitectos argentinos Martín Forcinito y Fernando Camps, con apoyo del estudio chileno Stein y Suazo— duró cuatro años y demandó cortar caminos en roca viva, nivelar terreno y traer materiales desde lejos. El proyecto final costó alrededor de 12 millones de dólares.

La obra fue dirigida por los arquitectos argentinos Martín Forcinito y Fernando Camps, con apoyo del estudio chileno Stein y Suazo. Xavier Martín

Uman abrió en 2015 con un concepto de spa de montaña, pero pronto los huéspedes empujaron la propuesta hacia una experiencia más activa: rafting, pesca, cabalgatas, caminatas. Hoy ofrece todo eso, sin perder el clima íntimo que lo distingue.

El hotel funcionó hasta 2020, cuando cerró por la pandemia. Tres años después, dos hermanos argentinos —Santiago y Juan Hidalgo, socios de Cara Sur— retomaron la operación. Conocían bien el lugar: lo habían visitado varias veces desde la ciudad vecina Esquel, solo para almorzar. Cuando supieron que el lugar seguía cerrado y que existía la intención de reactivarlo, se contactaron con Polin Cullen, administradora del lodge y principal interlocutora con Olivier Halley, el propietario. Así comenzó el proceso para retomar la operación, con el objetivo de devolverle al lugar su vitalidad original.

La gerenta de Uman, Pilar Astorga, contemplando el paisaje.Xavier Martín

Ese fue el punto de partida. Comenzó un trabajo silencioso pero profundo para recuperar el ritmo perdido. “La máquina de café no se había prendido en tres años”, recuerda Pilar Astorga, actual gerenta de Uman. Hoy, el hotel volvió a su pulso habitual: activo pero sereno, conectado al paisaje y a la comunidad.

Pilar llegó a Futaleufú después de haber dejado una vida corporativa en Buenos Aires. Pasó por Esquel y finalmente se instaló en este rincón del sur chileno, donde encontró otra manera de habitar el tiempo. Hoy dirige el lodge con una dedicación visible en cada detalle: desde la calidez del servicio hasta la forma en que el lugar se abre al entorno.

La cocina de Uman tiene una fuerte impronta local.Xavier Martín

El día en Uman Lodge arranca con un desayuno amplio, servido frente al ventanal que domina el espacio común. Luego, las posibilidades se despliegan según el ritmo de cada huésped: trekking por senderos del fundo, rafting en el Futaleufú para quienes buscan adrenalina, cabalgatas entre lengas y ñires, pesca con mosca en aguas cristalinas. También hay opciones de pausa: piscinas climatizadas, hammam, sauna y sala de masajes.

Tejuelas de alerce en Uman.Xavier Martín

La cocina acompaña la propuesta general: ingredientes de estación, productos locales, huerta propia. La gastronomía fusiona sabores patagónicos con técnicas contemporáneas, con foco en la calidad y en una conexión honesta con el territorio. La cava ofrece una selección cuidada de vinos chilenos y etiquetas de otras regiones, pensadas para maridar con los platos. El comedor —de líneas simples y materiales nobles— mantiene la mirada siempre orientada hacia la cordillera.

La piscina interna.Xavier Martín

A pocos kilómetros del lodge, Futaleufú -el pueblo- conserva su escala pequeña. Casas dispersas, una plaza central, calles que huelen a leña. En los carteles que marcan el ingreso, una frase se repite: “Un paisaje pintado por Dios”. Es un recurso poético, sí. Pero basta con ver el río para entender que no está del todo fuera de lugar. El Futaleufú es uno de los ríos más imponentes de la zona: azul glaciar, caudaloso, vivo. Ha convertido a esta región en un destino buscado por amantes del rafting extremo.

Un pisco sour. Xavier Martín

Aquí, el descenso por el río es un ejercicio físico intenso, donde cada rápido exige atención y coordinación. Desde que el bote toca el agua, el cuerpo lo entiende: este río es otra cosa. Una fuerza que empuja y sacude, que arrastra con un estruendo sordo. Al principio, la corriente es un susurro, un preanuncio de lo que vendrá. Pero en cuanto aparecen los primeros rápidos, la calma se rompe.

El caudaloso Futaleufú, escenario ideal para el rafting.Xavier Martín

El agua se pliega y se abre en un caos de espuma y rocas. Hay que remar con fuerza, coordinados, atentos. El guía grita instrucciones, la balsa rebota, el corazón late fuerte. Luego, una tregua: un remanso donde el río se aquieta y deja ver su color imposible. Un respiro antes del siguiente embate. Y al final, un nado en el agua helada hasta la orilla, los brazos tensos, la risa fácil, la certeza de haber estado, por unos minutos, en manos de algo mucho más grande que uno mismo.

Al caer la tarde, el lodge se vuelve más silencioso. El fuego encendido, una copa servida sin apuro, la madera que cruje. Afuera, el río sigue inmutable. No hay nada que interrumpa su curso. Uman Lodge no necesita anunciarse: está ahí, donde la geografía traza su propia forma de belleza.

Suite de Uman Lodge.Xavier Martín

Uman Lodge. El alojamiento incluye opciones como la Master Suite y suites equipadas con todas las comodidades modernas, como calefacción y aire acondicionado, TV satelital, y decks privados con vistas espectaculares. El Health Club incluye sauna, hammam, jacuzzi, y pileta tanto interior como exterior. Además, se ofrecen actividades al aire libre como trekking, cabalgatas, pesca con mosca, rafting y avistaje de aves, sumado a experiencias como agroturismo y visitas a huertas y animales de la región. Abre de noviembre a hasta mayo. Desde USD 570 por noche, con opciones de pensión completa y media pensión disponibles. Futaleufú, Chile IG: @umanlodgepatagonia


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