El arte: un grito ético y poético que desafía el silencio

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Por Facundo Sagardoy
Fotos: Luis Gurdiel

El Museo Provincial de Bellas Artes Doctor Juan Ramón Vidal de Corrientes abrió sus puertas a la «Serie fundación» de Mauro Santamaría, una colección que cuestiona los cimientos simbólicos de la memoria, el poder y la identidad.
En sus esculturas, fragmentadas y construidas con materiales contrastantes, el artista despliega una narrativa que desmantela los relatos hegemónicos que glorifican la épica, ofreciendo una reflexión más profunda y ambigua sobre el pasado.
Las figuras heroicas y los tótems culturales, antes símbolos inquebrantables, se convierten en preguntas abiertas, en heridas vivas que aún laten con significados dispersos.
En lugar de exaltar, estas esculturas problematizan: el hierro, la tierra, lo orgánico, mutan en lenguajes que se resisten a la clausura del relato oficial.
En este universo plástico, los cuerpos representados -o mejor dicho, desfigurados- se transforman en territorios de tensión entre lo visible y lo invisible, entre lo expresado y lo silenciado.
Piezas que no buscan consolar al espectador con formas reconocibles, sino enfrentarlo con la fractura, la pérdida y la violencia latente que subyace a toda construcción histórica. Cabezas decapitadas, animales fantasmales y estandartes vencidos que no evocan nostalgia por lo perdido, sino una advertencia con efectos persistentes.
Lo ancestral, lo colonizado, lo silenciado y lo espectral emergen como fuerzas insistentes que no se disipan, que laten en el presente, reclamando su lugar no como ruinas, sino como presencias incómodas y necesarias.
Esculturas funcionan como actos de contramemoria: relicarios críticos que, lejos de conmemorar, denuncian.
No se erigen para eternizar el poder, sino para revelar su violencia simbólica; no buscan consolidar una verdad única, sino invocar la pluralidad de sentidos que fueron suprimidos por la historia oficial.
Son formas que no intentan representar el pasado, sino revivirlo desde la herida, la fisura, la materia que recuerda sin palabras. Su obra convierte al arte en una forma de resistencia ética y poética: una manera de pensar el presente desde los ecos, los espectros y los gestos que siguen ardiendo bajo la superficie.

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